El hotel se emplaza en un antiguo edificio industrial, frente al Museo Guggenheim. La respuesta arquitectónica del estudio IA+B se planteó con la humildad suficiente frente al entorno, el museo y la arquitectura del Ensanche, pero sin renunciar a una personalidad propia marcada por el nuevo uso y por la voluntad de aportar sin competir, a través de sus espacios, sus materiales y sus acabados. Además, la intervención del diseñador Xavier Mariscal y el decorador Fernando Salas aportó al hotel singularidad y dinamismo.

El programa se desarrolla sobre una planta de forma irregular, con dos frentes de fachada opuestos y diferenciados, uno a la calle Lersundi, que responde a un esquema tradicional en diálogo con el tejido urbano circundante; y el otro a la Alameda Mazarredo, hacia el Museo Guggenheim, que refleja su entorno con imágenes discontinuas y cambiantes a través de pequeños muros cortina de vidrio con diferentes ángulos.

La profundidad del edificio obligó a generar un patio de luz hacia el cual se abren algunas habitaciones. El patio, convertido en atrio, es el elemento fundamental que organiza el conjunto. Destaca un ciprés de piedra de 26 metros de altura, que complementa el espacio y se convierte en un icono.

El hotel sufrió una reforma integral en 2017, para transformarse en un hotel más contemporáneo con un diseño más relajado, realizado por el estudio Foraster Arquitectos.