La original Alhóndiga municipal (almacén de vinos) ocupa toda una manzana en Indautxu, en el límite entre el ensanche original de Abando y su posterior ampliación más allá de la Alameda de San Mamés. Se está hablando de que el edificio se encuentra en el límite urbano de dos ensanches diferentes y para ello se describe dónde está el límite de dichos ensanches no la situación exacta del edificio. La planta se dividía en tres amplias calles (que no coinciden con la distribución actual del edificio), los andenes elevados para realizar las operaciones de carga y descarga directamente desde el carro, y un minucioso estudio de funcionamiento interno son algunos de los aspectos reseñables dentro de este edificio singular y monumental. Todo esto junto con un cuidado tratamiento de sus fachadas, para dotar al exterior de un carácter urbano. Para ello utilizó materiales de escaso mantenimiento y reducido coste (piedra artificial, cayuela, ladrillo…). La estructura es de hormigón armado, con una distribución geométrica de los espacios interiores. Sufrió un incendio en 1919 y tuvo que ser rehabilitado. En 1977 se trasladó la actividad de la Alhóndiga a un nuevo edificio en Rekalde.

El edificio fue declarado bien de interés cultural en 1999. Fue objeto de muchos estudios e ideas para convertirlo en centro cultural “El cubo de la Alhóndiga”, en los que participaron nombres como Sáenz de Oiza, Fullaondo o el escultor Jorge Oteiza. Finalmente se decidió convertir el edificio en un centro de ocio, arte y cultura contemporánea, el proyecto de reconversión lo redactó José Luis Burgos junto con el diseñador francés Philippe Starck. En el proyecto de reconversión se conservaron las fachadas, para que el edificio mantuviera su imagen frente a la ciudad. El interior, sin embargo, se rehízo por completo y se nos presenta a modo de escenografía, una ciudad dentro de una ciudad.