Pese a pasar desapercibido en cuanto a la imagen exterior se refiere, este edificio alberga una de las salas con mejor acústica de Europa
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A finales del siglo XIX, un grupo de jóvenes intelectuales bilbaínos se reunía todas las tardes en lo que denominaban “El Cuartito”, una habitación alquilada en las Siete Calles, originalmente ubicada en la calle del Arenal. Sus componentes, como Ignacio Zuloaga, Manuel Losada y Anselmo Guinea, fueron testigos de las sesiones de música que se organizaban en las que se interpretaban sonatas, tríos, cuartetos y lecturas a cuatro manos y que se convertirían en el origen de la actual Sociedad Filarmónica.
Por aquellos años, la actividad musical de Bilbao que tenía lugar en los salones privados, necesitaba actualizarse respecto al movimiento musical que se estaba produciendo en Europa. Los melómanos bilbaínos, encabezados por los integrantes de “El Cuartito”, comenzaron a vislumbrar la posibilidad de crear una Sociedad que organizara una temporada de conciertos del más alto nivel durante los meses de invierno a la manera de las existentes en otras ciudades europeas.
La acogida fue tan satisfactoria que el 23 de febrero de 1896 se constituyó la Sociedad que, a instancias de Emiliano de Arriaga, se denominó Filarmónica. El primer concierto se celebró el 20 de mayo de 1896 en el salón de actos del Instituto Vizcaíno, situado en la plaza de los Auxiliares (actual plaza de Unamuno) del Casco Viejo.
La idea de construir una sala de conciertos empezó a tomar forma desde los primeros conciertos. Tras estudiar diferentes ubicaciones, finalmente en 1902 se compró un solar en el Ensanche bilbaíno encargándose la construcción del edificio al arquitecto tolosano Fidel Iturria (1860-1922) que ideó una sala de cámara de planta rectangular y estilo modernista de inspiración francesa. La sala de conciertos fue inaugurada el 26 de enero de 1904.