En el lugar que hoy ocupa el “Nuevo Teatro de Bilbao” (Teatro Arriaga), estaba ubicado el anterior teatro de la villa, un pequeño edificio neoclásico que funcionaba desde 1833. Rucoba proyecta un edificio como lugar de encuentro y de actividades diversas, en el que tienen cabida no solo salas de conciertos, sino que incluye restaurante, salas de juego… Incluso llegó a acoger en su vestíbulo la Bolsa de Valores bilbaína, que celebraba sus reuniones en el Boulevard del Arenal.

El teatro se inspira en la Ópera de París, de ahí su estilo afrancesado, y con referencias a otros teatros centroeuropeos (austrohúngaros o alemanes). El Arriaga además, supone una actuación urbana al dar continuidad y salida a la calle Bidebarrieta con la que está alineada su fachada curva.

Pocos años después de su inauguración se planteó reformar el teatro para aumentar el número de butacas y mejorar la acústica. Precisamente, fue necesaria su reconstrucción (1916-1918) como consecuencia del incendio de 1914, llevada a cabo según el proyecto de Federico de Ugalde, que amplió el aforo de la sala. Fue cedido para su explotación comercial (como cine fundamentalmente) hasta 1978. La última rehabilitación ha estado a cargo de Francisco Hurtado de Saracho.